jueves, 8 de agosto de 2013

Capítulo 1.

*Pi pi pi pi*. 7:30. Puta alarma, estaba soñando que me casaba con Louis Tomlinson, joder.
Bueno, hoy era el último día de clase y no tenía que soportar más a todos los gilipollas que he tenido que soportar toda mi vida.
Me levanté de la cama, me duché rápidamente y no desayuné. No podía, me daba asco la comida y más recién levantada. Me puse unos shorts vaqueros y una camisa blanca. Mientras mi madre me decía que corriese, que iba a llegar tarde, me puse unas vans negras, las primeras que pillé.
-Cassie, coño, que bajes ya, ¿quieres llegar tarde el último día de clase o qué?- Chilló mi madre.
-Ya voy, hostia.- No aguantaba a mi madre. Siempre me estaba chillando.
Cogí mi móvil y bajé las escaleras tan rápido que las terminé en el suelo. 'Joder Cassie, eres una puta torpe. Normal que nadie te quiera'. Me decía mi subconsciente. La risa de mi madre me sacó de mis pensamientos. Me levantó, me dio un pequeño beso seco en la cabeza y salí de casa directa al colegio. Solo tardaba 10 minutos en llegar al instituto y me pasaba todo el camino escuchando música. Cuando iba feliz tarareando 'Really Don't Care' de Demi Lovato y Cher Lloyd, escuché de lejos la voz de Billie, el gilipollas que margó mi adolescencia, y supe que estaba detrás mía e iba a insultarme otra vez. Decidí pasar de él. Me intentó hacer una zancadilla pero al final  el que se calló fue él. Giré hacia la derecha una calle y ya entré en el recinto del colegio. Ahí vi a Hayley, la que me salvó, allí estaba, en el mismo lugar.
*FLASHBACK*
Otro día más en este puto colegio, no lo soporto. Ahí estaba Billie y sus amigos, no, no quería verlos, me intenté esconder detrás de una columna pero no me dio tiempo y se quedaron delante mía mientras cuchicheaban y se reían entre ellos. Después Billie empezó a hablar.
-Cassie, gorda de mierda, tus padres te han tirado ya a la cuneta, ¿no?
-No..-Dije con un hilo de voz.
-Normal que discutan, nadie de ellos dos te quiere en su casa porque te acabarías toda la comida de la nevera y dela despensa.
Tras sus risa y carcajadas no podía evitar que una lagrima asomase por mi ojo. Quería escapar así que empecé a correr pero uno de los amigos de Billie me hizo la zancadilla y caí al suelo cual gilipollas.
-Mirad todos, ¡hemos cazado una morsa!- Dijo Billie. Esas palabras me destrozaron y empecé a llorar. Billie y sus amigos me rodearon. No podía salir. No veía ni escuchaba con claridad.
-¡Parad, gilipollas de mierda!. ¿Qué coño os creéis que sois?- Gritó enfadada una voz femenina.
Los chicos se apartaron riendo y la chica que había gritado me recogió del suelo y me llevó hasta el baño. Allí me tranquilicé y me lavé la cara.
-Me llamo Hayley, ¿y tú?- Dijo con una sonrisa. Hayley era pelirroja, de ojos verdes y una sonrisa con brackets. Era de estatura normal y flaca. Ella era preciosa y perfecta, era todo lo contrario a mi.
-Yo.. soy Cassie.- Dije casi susurrando.
RIIIING. Sonó el timbre que anunciaba el final del recreo y el principio de una clase. Entonces Hayley fue a salir del baño.
-¡Espera!- Mi tono sonaba normal, casi gritando. Se giró y proseguí.-Gracias. Gracias por salvarme de ellos- dije con un ligero tono de vergüenza.
-No las des, para eso estamos las amigas- Después de decirme eso, salió por la puerta.
'Amiga'. Me había llamado amiga. Nunca nadie me había dicho eso. Por una vez en mucho tiempo, estaba sonriendo.
*FIN DEL FLASHBACK*.
Desde ese momento, Hayley había sido mi mejor amiga.
Ella me prometió un 'Estaré contigo hasta que me consuma'.

Cuando entré en la clase, lo primero que hizo mi profesor fue felicitarme, darme dos besos de despedida y las notas. Tenía todo aprobado, con una media de seis. Al menos eso alegraría un poco aunque fuese a mis padres. Cuando vi los sobresalientes y notables de Hayley me dieron ganas de matarla.
-Te odio, zorra de mierda.
-Me amas- Suelta ella.
La miré con cara de asco y me abrazó. Cómo la quería yo a la imbécil esta.
Los profesores dijeron que fuésemos al salón de actos para ver una obra de teatro. Todos los años hacían una actuación de teatro. Eran un coñazo y todos las odiábamos, pero, por desgracia, no nos podíamos escapar. La cuestión era que este año tenía una sensación extraña y la obra de teatro iba a ser diferente a otros años.


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